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Romanticismo

Ítaca -->Konstantino Kavafis

Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de descubrimientos.
A Lestrigones, Cíclopes,
al colérico Poseidón - no temas:
nunca hallarás tales seres en tu camino,
nunca mientras altos sean tus pensamientos,
mientras una extraña emoción
estile tu alma y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes,
al fiero Poseidón, nunca encontrarás
a menos que en tu alma los lleves dentro,
a menos que tu alma los ponga ante ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano en que,
con gran placer y alegría,
entres en puertos desconocidos;
podrías detenerte en los mercados de Fenicia
y comprar hermosas cosas,
coral y nácar, ámbar y ébano,
toda clase de perfumes sensuales...
adquiere tantos como puedas;
podrías visitar muchas ciudades egipcias
y no dejar de aprender de sus sabios.

Que siempre Ítaca esté en tu pensamiento.
Llegar ahí es tu destino.
Pero nunca apresures el viaje.
Es preferible que dure años,
que seas viejo cuando alcances la isla,
rico con todo lo que habrás ganado en el camino,
sin esperar a que sea Ítaca la que te haga rico.
Ítaca te dio un maravilloso viaje.
Sin ella no habrías partido.
Pero ya no tiene más que darte.

Y si la encuentras pobre, no creas que Ítaca te ha
engañado.
Sabio como te has hecho, tan pleno de experiencia,
habrás entendido lo que significan las Ítacas.

Luis Cernuda

Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
sometiendo a otra vida su vida,
sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
donde habite el olvido.

Sobre el poder del tiempo (José Cadalso)

Sobre el poder del tiempo (José Cadalso) Todo lo muda el tiempo, Filis mía,
todo cede al rigor de sus guadañas;
ya transforma los valles en montañas,
ya pone un campo donde un mar había.

El muda en noche opaca el claro día,
en fábulas pueriles las hazañas,
alcázares soberbios en cabañas,
y el juvenil ardor en vejez fría.

Doma el tiempo al caballo desbocado,
detiene al mar y viento enfurecido,
postra al león y rinde al bravo toro.

Sola una cosa al tiempo denodado
ni cederá, ni cede, ni ha cedido,
y es el constante amor con que te adoro.